lunes, 12 de abril de 2010

Comienza otra etapa

Bien, de todos es sabida la ruptura entre María y Yo, o entre Yo y María, como la célebre frase de "tanto monta, monta..." El caso es que no voy a ahondar en el tema, las historias tienen un principio y un final, más o menos dilatado en el tiempo, ni es momento, ni quiero ahondar en las responsabilidades, “quien esté libre de culpa que lance la primera piedra”, y siguiendo la retahíla de frases hechas, “el tiempo, juez universal, pondrá a cada cual en su sitio”
Con esta perorata un poco manida, por la circunstancia de que hoy, me encuentro con un subidón de sensaciones placenteras, continúo con la labor de mantener vivo el Blog del Bahía las Islas, ya que, obviamente, María, no va a continuar con él, aunque se que intervendrá con sus ocurrentes comentarios.

Y decía lo del subidón de sensaciones, porque en estos cuatro días que llevo en Antigua, a la vez de solitario, estoy plenamente adaptándome a mi nueva situación. Ya lo decía un buen amigo.
Angel, eres un superviviente nato-
Si, mis quince años de trabajo, dando vueltas por el mundo, buscándome y arriesgando la vida en algunas ocasiones, me ha dado ese plus de adaptación a cualquier circunstancia, por adversa que sea. Así que, las circunstancias por las que estoy pasando en estos momentos, no son demasiado onerosas, aunque el poso sentimental, sea más difícil de llevar.

Decía que hoy, Jose y Virginia, me han convencido para que levantase el fondeo y fuésemos juntos hasta Saint John's, la capital de Antigua. Me ha costado un poco decidirme, porque estaba muy a gusto en el fondeadero de Five Island, pero al final he decidido acompañarles.
La navegación de unas diez millas hasta St John's, antológica, a vela hasta el mismo puerto comercial, pero me he deprimido un poco con lo que he visto y he dado media vuelta para ir a fondear y esperar a mis amigos en Deep Bay, a la salida del gran Harbour, no muy lejos, mientras ellos visitan la ciudad. Prefiero las playas tranquilas, de rubia arena, a los impersonales muelles comerciales.
En la carta, se indica un naufragio en medio de la bahía, se me ocurre que sería bueno echar un vistazo, preparo el equipo de snorkeling, la neumática con su fondeo y me voy para allá.
Cuando me acerco, ya veo una mancha marrón, largo el arpeo a prudente distancia, me pongo el equipo y al agua.
Con las aguas bastante claras, lo que veo colma mis expectativas, un casco herrumbroso yace en el fondo de arena a unos ocho metros, de entre veinticinco y treinta metros de eslora, metálico, proa clásica de clipper, debió navegar a vela porque se ven los muñones de dos mástiles, llevará bastante tiempo hundido, porque, aunque el casco está bastante entero, de la cubierta solo quedan los baos metálicos, y ya se ha convertido en un arrecife artificial, cantidad de multicolores especies de peces, pululan a su alrededor, incluso por la parte baja hay algunos bastante grandes, que si no fuera porque en esta zona hay peligro de ciguatera, volvería a por el fusil submarino, que ando necesitado de proteínas marinas.
Pero en vez de ir a por el fusil, vuelvo a la neumática a por la cámara de fotos sub-acuática comprada en Philisburg, que en previsión de lo que viera, me la he traído.
Vaya que si ha merecido la pena, hago unas cuantas inmersiones y fotografías, por momentos me olvido que tengo que subir a respirar, pero me extasío nadando entre los hierros, eso si, con cuidado de no rozarme con ninguno.
Los peces que no se asustan ante mi presencia, puedo fotografiarlos a gusto, es mi primer pecio y lo disfruto con intensidad, verdaderamente ha merecido la pena el cambio de visitar la ciudad, por este sitio.
Luego en la guía que tengo de las Antillas, me entero que es el pecio del carguero “Andes” naufragado hace poco más de un siglo.

Por la tarde, que continúo con el subidón, voy con Rufino, a visitar el fuerte Barrington, en lo alto de la loma que domina la bahía de Deep por un lado y St John's Arbour por el otro.
Desembarcamos en la playa al pie de la colina, no encuentro un camino definido, así que tiramos monte arriba hasta la cima, al lado de la muralla del fuerte. Aún se conservan bien sus recios basamentos y aunque el bastión es pequeño, su posición era muy estratégica para defender los dos abrigos.
La panorámica es excelente de ambas bahías, no me canso de fotografiar a diestro y siniestro para llevar un buen recuerdo del paso por aquí, Rufino corretea a sus anchas, con su instinto cazador, siguiendo el rastro de las cabras que andan por las laderas.

De regreso al barco, me recuesto en la bañera a disfrutar del atardecer y de las sensaciones vividas en el día de hoy, con el sol a punto de ocultarse, jugueteando con sus rayos por entre los nubarrones. Este ha sido un buen día, me he dicho, ideal para iniciar mi andadura por el Blog del Bahía.

Angel Viana Antigua 11-04-2010

2 comentarios:

  1. Cojonudo, amigo. Casi me ahogo aguantando la respiración ahí abajo. No hacen falta ni fotos. No se está mal en las sentinas con relatos como este.
    La ventaja de la Mar es que estás otra galaxia, incomprensible para los terrícolas.
    Me alegro de ese subidón.
    Un abrazo

    Edu

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  2. Angel:
    Siento la separación, tuya y de María, creo saber como te sientes pues yo he vivido algo parecido en dos ocasiones.
    Me alegro muchísimo de ese subidón, tienes una capacidad especial para enganchar con tus relatos.
    Sigue contándonos tu viaje.
    Un abrazo

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