Bien, cuatro meses caribeando por las pequeñas antillas, algo más de cuatro meses, en los que ha habido de todo, como en la viña del Señor, En este tiempo he adquirido un bagaje de buenas y positivas experiencias,
Si bien, a mi entender, la experiencia, dista bastante del Caribe idílico que se fue forjando en nuestras mentes, cuando leíamos a los pioneros navegantes de hace tres o cuatro décadas.
Todo cambia a un ritmo endiablado y esta parte del mundo no se queda al margen, las islas son las mismas, pero sus gobiernos y gentes se adaptan con demasiada prontitud al mercantilismo de la sociedad de consumo, es normal, en esta vorágine de globalización que nos invade.
Me quedo con lugares como Antigua, Las Vírgenes, Las Santas, Bequia, Carriacou y Grenada, las pocas que no he visitado, ya las tengo fichadas para el programa del próximo año y como no, repetir algunas de mis favoritas.
Ahora tengo por delante otra parte del Caribe no menos nostálgica y apasionante, las islas aledañas al continente sudamericano, Margarita, La Blanquilla, Los Roques, Antillas holandesas, etc.
Pero como con miedos no se puede vivir, porque para eso mejor estaríamos en nuestra casa y que papá estado cuide de nosotros, nos aventuraremos a conocer esas islas, obligados en cierto modo, todo sea dicho, a que como estamos en temporada de huracanes, alejarnos de sus presumibles zonas de paso.
Con respecto a los salteadores, tomaremos las precauciones pertinentes, pero el riesgo está ahí y habrá que asumirlo, procuraremos evitar navegar en las zonas sensibles y si es estrictamente necesario, hacerlo si se puede varios barcos juntos, evitar fondeos en los que expresamente aconsejen no acercarnos, evitar navegar paralelos a la costa del continente y luego una batería de medidas más personales si se diese el caso de un ataque.
Entre la gente que como nosotros vagabundeamos por estos mares, hay una alta preocupación por el tema, estamos viendo el caso, que en zonas de poco riesgo climático, como el sur de Grenada o Trinidad, se observa una gran cantidad de barcos en tierra, “aparcados”a la espera de una nueva temporada de navegaciones tranquilas, de nuevo por las Antillas.
Angel Viana
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