viernes, 20 de agosto de 2010

LOS ROQUES, COMO EN MI PROPIA CASA

Crasqui, Noronqui, Francisqui, Dos Mosquises....
Nombres que suenan con marcado anglicismo de cuando estas aguas estaban surcadas por corsarios y piratas ingleses, hoy, más de un mes después de la arribada, a este paraíso perdido, me son tan familiares que no necesito hacer ningún esfuerzo para recordar sus nombres, tampoco para transitar por sus intrincados dédalos de bajíos, siempre respetando las normas de juego, que para recordarlas ahí están, entre los arrecifes, los restos de varias embarcaciones de todo tipo, como mudos presentes de quien las ha infringido.

Sarqui, Elbert key, West key, Mosquitoqui...
Islas con playas desiertas en pleno Agosto, cuando los pocos turistas de sol y sombrilla son “repatriados” por los peñeros, que les han traído de mañana, a las posadas de Gran Roque.
Esta es la realidad de lo que buscaba en el Caribe, alejarme del mundanal ruido, no necesito mucho más que la compañía de mis amigos y familia, unos van otros vienen,


Paseos al atardecer, conversaciones que ahondan en una forma diferente de vivir, el placer de los sentidos, pescado que no falta en la cocina cada vez que nos apetece,
el gusto por la tranquilidad de una siesta a la sombra de las toldillas, o el refrescante baño en cualquier momento, el tiempo transcurre como en otra dimensión.

Madrisqui, Agustín, Becqueve, Soyoqui...
Aguas azul turquesa en todas sus tonalidades, arrecifes de vistosidad sin igual, vida animal en una completísima gama de colorido y formas, si existen los paraísos este debe de ser uno de ellos,.
pero insisto, hemos de estar preparados desde dentro, para poder disfrutarlo con autenticidad, sin agobios, libres de prejuicios, de prisas, de presiones exteriores.
Que lejos queda mi anterior vida, ya casi me parece imposible haber podido vivir de otra forma, pero ha sido un camino arduo haber llegado hasta aquí, en las condiciones que ahora me siento, ha sido como renacer de nuevo, con la lección aprendida.

Nordisqui, Buchiyaco, Sebastopol, Boca de Cote...

Con la marcha de mi buen amigo Juanjo y su familia, de vuelta a Bilbao, hago un alto a tanto paraíso, porque todo no puede ser perfecto, he de abandonarlo al haber cumplido el mes al que oficialmente tengo derecho, regreso a Puerto la Cruz, pero todo viene cuadrado para renovar papeles de estancia en el país, sacar al Bahía las Islas a tierra en su mantenimiento anual y esperar la llegada de mi amiga Begoña, para regresar de nuevo otro mes a mi particular coto de disfrute, ahora que me siento como en mi propia casa.

Angel Viana

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