sábado, 25 de diciembre de 2010

CAMBIO DE LATITUDES, CAMBIO DE CONCEPTOS

Cuando diseñé Una Vuelta por el Mundo, no incluí la visita las Antillas mayores en el proyecto, pero a medida que he ido haciéndome a esta vida nómada, me voy integrando más y más en el ambiente caribeño y por consiguiente no quiero dejar pasar por alto la parte más latina de este mar.
Las nuevas singladuras discurrirán, en principio, por latitudes de las que tengo pocas referencias, Jamaica y Cuba, países en los que me atrae ese cariz del Caribe alegre y musical de sus gentes.
La compañía de Carlos y Piedad será un buen acicate para embarcarme en algunas aventurillas extra-marineras, ya que no me canso de repetir, soy poco dado a las excursiones turísticas poco más allá de los alrededores de mi barco.

La travesía desde Curaçao a Jamaica, previo paso por Aves de Sotavento, movidita.
Cuatro días como para recordarnos que navegar en el Caribe no solo es lo paradisíaco de las playas e islitas y aunque la zona ya se ha serenado de turbulentos huracanes, aún nos muestra que es un mar bravo.

Jamaica nos recibe con amabilidad, la Errol Flynn Marina, nos transporta al Hollywood del celuloide en blanco y negro.
En sus cuidadas instalaciones de estilo colonial, nos sentimos como partícipes de una película en la que el propio Errol fuese su protagonista, dadas las alusiones y afiches del actor, distribuidos por todas las instalaciones.
Pero a nada que traspasamos las puertas del recinto portuario, el color y el bullicio de la gente transforma el panorama en un calidoscopio de esperpénticas tonalidades.
Caminar por las calles de Port Antonio nos adentra en el mundo de los rastafaris, del reegey y la marihuana. No tardamos en relajarnos, sentimos a gusto y disfrutar del ambiente, porque aunque somos pocas las personas de piel blanca no apreciamos en ningún momento presión ni molestia, sino todo lo contrario, amabilidad en la gente.

Me gusta Jamaica y sus paisanos, a pesar de que el idioma es un impedimento en la comunicación, a la que desgraciadamente ya estamos demasiado acostumbrados.
Aunque este sería un buen lugar para una estancia más prolongada, no demoramos demasiado el salto a Cuba. Carlos y Piedad tienen un vuelo ya concertado para regresar a España y no es cuestión de andar con prisas. Aunque me hago la firme promesa de volver a este país de contrastes, en cuanto tenga ocasión.

En una navegación de poco menos de un día arribamos a Santiago de Cuba,
el panorama es totalmente distinto a lo que nos habíamos acostumbrado, es como entrar en otro mundo, de hecho así lo percibimos tras el primer contacto con las autoridades, de las que ya venía avisado que tuviera paciencia, finalmente no ha sido para tanto, pero una interminable lista de normas, usos y prohibiciones nos pone al día de donde estamos.
Los cubanos son en general buena gente, educados, afables, buenos conversadores y mejores anfitriones. Cuando al poco de la llegada me he puesto en contacto con Eduardo, el amigo de un amigo, conocido de otro amigo, no ha tardado en abrirnos las puertas de su casa.
En principio pensaba pasar las Navidades en el país y conocer mucho más de cerca la idiosincrasia cubana, mientras esperaba de nuevo el regreso de mis amigos, pero la distante ubicación de la marina del centro de Santiago, la falta de infraestructura que me haga cómoda la estancia y las restricciones al que el visitante náutico está sometido,
ha hecho que finalmente decidida regresar a España, con ellos, mientras Rufino se quedará en Cuba a pasar la Navidad en casa de Eduardo, donde gustosamente le han acogido.
Me tira estar de nuevo cerca de Begoña y de los míos, un año fuera, que aunque ha pasado rápido, pesa en las nostalgias.

Angel Viana

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