La esperada llegada de mis amigos Carlos, Piedi, Lali y Fermín ha devuelto la actividad, a la que durante el verano se había acostumbrado el Bahía las Islas. No tardamos en soltar amarras para disfrutar del entorno insular, Curaçao, Klein Curaçao, y Bonaire; buceos, paseos, charlas de unos buenos amigos o simplemente la compañía.
La compañía; como se agradece en su momento oportuno, como disfruto del calor de una sonrisa o una entrañable charleta, aunque sea sobre algo trivial.
No está más acompañado quien más amigos tiene, sino quien conoce la valía de cada uno de ellos.
Hace poco tiempo me he reencontrado con uno de esos amigos perdidos en el tiempo, su amistad había quedado en suspenso hace muchos años, pero lo que son las cosas, un simple recuerdo de la vieja camaradería ha hecho renacer reconocimientos pasados.
En su mail, me hablaba de referentes, de admiraciones en silencio y es curioso porque todos tenemos esas referencias de alguien, conocidos o desconocidos de las que en muchos casos hemos admirado su forma de vida, su paso por la vida o sus ideales, eso anima y me anima a seguir adelante, a tener nuevos horizontes que alcanzar, no solo en la mar sino en tu propio interior.
Con Carlos y Piedad comienzo una nueva singladura, atrás quedaron días de soledad, nuevos horizontes se abren ante nosotros, no sabemos lo que nos depararán, solo miraremos hacia adelante juntos, las velas del Bahía las Islas se encargarán de guiarnos hacia el infinito de una amistad de la que estoy seguro será grande como la propia mar.
Solo me queda un pequeño detalle y es que echo de menos el efímero paso por el Bahía de Begoña, pero bueno, también es agradable sentir de vez en cuando el pellizco de amistades imborrables, que han dejado su huella y algo más.
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