viernes, 16 de abril de 2010

ANTIGUA

Dejamos el fondeadero de Five Island para regresar a Falmouth, ¡¡como voy a desperdiciar quince nudos de viento!! aunque sean de ceñida y hayamos decidido acortar el recorrido, atravesando por el paso del arrecife Middle.




Sería engañoso decir que navego a vela por capricho, no, realmente me apasiona, me gusta sentir el poder del viento en las velas , manejarlo a mi gusto y trasladar ese poder a mi barco.
Me gustan las sensaciones fuertes como la de navegar a más de seis nudos, viendo discurrir el fondo a cuatro metros bajo la quilla, aunque sepas a ciencia cierta que no te vas a encontrar con un arrecife desconocido.



Ajustas las velas un poco de aquí, ahora otro poco de allá, notas que el timón va fino, el barco levanta una brillante ola de espuma en las amuras, estás en tu medio, fluyen las sensaciones de placer a tu cerebro.

Pero de repente ¡¡¡Craaaassss!!!, levantas la mirada y la vela mayor rasgada de lado a lado; en ese momento no te paras a pensar en causas, contratiempos, costes, primero reaccionar rápido para que el destrozo no sea mayor, luego solo un breve sentimiento de frustración porque la avería ha cortado de golpe el placer del entendimiento con tu barco.
Mas tarde en puerto, vendrá el trabajo de sustitución por la de repuesto, son cosas que ya tenías previstas de antemano, nada que desestabilice el estado de ánimo, por momentos excelente.

Antigua me está sentando muy bien y eso que estuve planteándome, en principio no venir. A veces no sabemos bien por qué tomamos unas decisiones u otras, pero he de admitir que el duendecillo que algunos llevamos dentro tiene algo que ver y he que reconocer que tenemos un buen entendimiento.

La rotura de la vela me obliga, irremediablemente, a detenerme en Falmouth, aunque me hubiera gustado seguir hasta el otro extremo de la isla, a la bahía de Nonsuch, pero las sensaciones de la navegación a motor son otras, más, cuando el barco está herido y no me gusta verlo de esa guisa.
Con la ayuda de Jose el cambio de velas es menos costoso, parece que el duendecillo ha hecho que la vela se rompa en el momento oportuno, para tener ayuda en el cambio.
La parada ha sido provechosa por doble motivo, el principal, como he dicho, el cambio de vela y el segundo ha sido el presenciar y participar de algún modo, en el entreacto y presentación de los barcos para la inminente puesta en escena de la Semana Náutica de Antigua.



Pasear por los pantalanes del náutico, es como hacerlo por la Quinta Avenida neoyorquina, joyas mires donde mires, aquí están todos los grandes barcos de esta parte del Caribe, el Velsheda, el Ranger, el Winrose of Amsterdam, el Gaia, etc. etc. auténticas joyas que tienen un destacado lugar en la hirtoria de la náutica, ha merecido la pena la parada técnica.

Continuamos rumbo al día siguiente, hacia el objetivo de navegar en la bahía de Nonsuch, su visita no me ha defraudado, un buen lugar para perderse unos días, fondeado como lo he hecho en el brazo de un manglar, la sensación es de lo más placentera, la superficie del agua lisa como un espejo, rodeado de verde y escuchar el trinar de las aves
en la floresta, como único sonido.



Pero nos quedan pocos días en Antigua, hemos de volver a Falmouth, ver a los grandes veleros regatear y hacer la salida aduanera para el domingo.
Apunto para el futuro, que he de volver a esta isla con más tiempo, me ha causado una inmejorable impresión, ahora toca descender más al sur, Guadalupe.

1 comentario:

  1. Me gusta esto que has escrito, la "justa" expresión del texto. Un beso. El "faro"

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