Las previsiones meteorológicas han sido bastante acertadas y con el casco limpio del Bahía volamos rumbo a Tortuga. Begoña en su primera navegación a mar abierto, disfruta con la sensación del viento y el ruido que produce las turbulencias del agua en el casco y yo contento de que sus sensaciones sean placenteras.
El camino ya es conocido y se muy bien que voy a encontrar al arribar a Punta Delgada, nada ha cambiado en estos dos meses, solo los navegantes de paso como nosotros y menos para Rufino.
Moncho sigue en su rancho, se alegra vernos de nuevo, es un hombre afable, de pocas palabras y gran corazón. Orgulloso nos cuenta que este verano se ha echado novia y que pronto vendrá a vivir a Tortuga con él, nos alegramos que sus soledades tengan buen final.
Compartimos un día de pesca con él, intercambiamos pargos y corocoros por langostas, que con facilidad atrapa a lazo.
Nueva despedida hasta otra visita cuando regrese, tras dejar a Begoña en Puerto la Cruz, a finales del próximo mes. Continuamos unos días disfrutando de Tortuga en Palanquines y Tortuguillos, pero la meteorología no está de nuestra parte y pronto partimos hacia Roques.
Begoña cada día se adapta mejor a la vida en el barco, está descubriendo que la gusta navegar, un mundo nuevo, totalmente desconocido para ella. Cuando al atardecer enfilamos mar adentro, dejando por popa Tortuga, llevando la caña, me cuenta que siente sensaciones nuevas de paz y libertad, llora de emoción y yo la miro alelado, nunca, en mi vida de navegante había visto a alguien que esas sensaciones que todos hemos sentido, produjesen tan fuertes emociones.
Una noche no demasiado emocionante para mi, las tormentas eléctricas nos rodean por todos los lados, esas son la emociones que menos me gustan en la mar, pero por suerte no hemos tenido ninguna encima.
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Amanecemos con Roques a la vista, despierto a Bego para que vea el amanecer, el viento se ha puesto de popa y cambio la maniobra a orejas de burro, llegaremos antes de lo previsto, pero conozco bien la boca de Sebastopol, así que hasta la cocina.
Bego no se conforma con pasar el tiempo en un fondeadero bonito, buceando entre arrecifes de coral,
Pasamos noche fondeados en Dos Mosquises y de madrugada dejamos Roques viento en popa hacia el Oeste, además de spi, que ya llevaba tiempo sin alegrarnos la navegación, aunque Eolo no ha sido magnánimo y unas tormentas nos lo ha hecho arriar antes de lo que nos hubiera gustado, poco más de treinta millas y la pequeña isla del sur la tenemos a la vista.
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Con cautela y a poca máquina, como siempre que llegamos a lugares desconocidos, penetramos en el laberinto de bajos, largando ancla no lejos de los manglares donde anidan las famosas aves que dan nombre a las islas.
No tardamos en hacer una excursión con la neumática por el manglar donde fotografiamos petreles, gaviotas y alcatraces, que nos miran impasibles, sin desconfiar aunque nos acercamos a un par de metros de sus posaderos.
Cuatro días en Aves de Barlovento en la que todos los días hemos cambiado de fondeaderos, buscando nuevos fondos submarinos que fotografiar y procurarnos la comida,
Angel Viana
¡Bravo, Angel! Muy lindo relato. Leo siempre tus crónicas con gran placer.
ResponderEliminarJorge
Hola Angel:
ResponderEliminarSigue disfrutando de tu vuelta por el mundo, y sobre todo sigue contándonoslo, pues somos muchos los que, aunque tu no lo sepas, nos hemos colado en tu mochila, y a través de Google Earth, vamos conociendo el mundo que tu visitas.
Felices travesías.
Ramón
Paz, libertad...emociones...ya es una de nuestros...bienvenida al Planeta Mar.
ResponderEliminarUn beso a Begoña de mi parte.
Me alegra verte feliz
ResponderEliminarUn abrazo
Jordi
ya tengo mi ruta del blog ,como no me da para navegar ni viajar nada como leer todas las bitacoras de nuestros navegantes,gracias a vuestros relatos podemos salir cada semana de viaje,unos por el mediterraneo y los otros por el caribe,no dejeis de emocionarnos,,besos
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