viernes, 22 de octubre de 2010

SE ACABÓ EL VERANO

Que rápido pasa el tiempo en esta nueva vida, parece que fue hace unos días cuando escribía en este mismo blog, sobre las previsiones para el verano y la llegada de mis amigos e hija a pasar sus vacaciones.
Ayer marcho Begoña y aunque pronto cambiaré de aires, me ha quedado un vacío que trataré de llenarlo con trabajos de mantenimiento a bordo, aquellos que han ido postergándose a la espera de un huequecillo en los días de disfrute y que pocas veces se produjo.

Son días para el recuerdo, para saborear los buenos momentos. Se que llegarán muchos más, pero lo vivido, vivido está, fabricando ladrillos con los que construir paso a paso el edificio de la felicidad.

El nuevo paso por los Roques ha sido una experiencia diferente, más acorde con la vida del transmundista que pretendo llevar, sin la preocupación constante de hacer que mis invitados se sientan felices y disfruten de sus vacaciones.
Begoña me ha sabido transmitir, sin tan siquiera proponerselo , esa sensación de relajación que un navegante con un carisma como el mío añora y necesita.

Al principio para ella, desconocedora del mundo náutico, todo son descubrimientos, que me place enseñar, en lo más simple de la vida cotidiana a bordo, hasta encaramarse a lo alto del mástil.

Pero poco a poco ha llegado la transformación y cuando pasas unos días fondeados en lugares como el Bajo de la Cabecera, el mundo se para y el Bahía parece se hubiera detenido en alta mar, aparentemente desprotegidos de todo, es cuando le coges el gusto a la seguridad, al placer de los sentidos, sin turistas, sin mosquitos, sin nadie que moleste y disfrutas la relajada vida que llevamos a bordo.

Levantarse temprano, aseos personales y del barco, buceo de placer y pesca, preparar comida, siestecilla (yo),

lectura, escritura, baño de nuevo al atardecer, preparar cena frugal y antes de dormir; repaso a la filmoteca de a bordo, partidilla de cartas o bien simplemente charla en bañera bajo las estrellas.

Begoña es una conversadora inteligente, sabe hurgar por el camino de mis más profundos pensamientos y airearlos, cosa que agradezco.


Ahora, como digo al principio, tengo un tiempo para aclimatar y cambiar el chip, volver a la navegación de altura en solitario hasta Curaçao, donde esperaré la llegada de mis buenos amigos Carlos y Fermín con sus respectivas mujeres Piedi y Lali, con los que me esperan nuevas sensaciones.

Angel Viana

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