miércoles, 2 de febrero de 2011

LA DECEPCIÓN DEL PARAÍSO

Desde que tuve conciencia de mi situación dentro de la sociedad, allá por mi juventud y aprendí a valorar conceptos como la solidaridad, el respeto, la camaradería, la libertad. Pronto supe comprender la situación de la política social en los diferentes países, repúblicas, monarquías, dictaduras, socialismos, etc...
Juventud es sinónimo de ideales, de insurrección, de querer cambiar las cosas y en esos tiempos Cuba se nos ofrecía como el paradigma del cambio revolucionario por y para el pueblo.
Durante años, he admirado como el país se ha mantenido con la cabeza alta, que ha sabido dar cultura, que ha desterrado la miseria y ha hecho frente a todo un poderoso coloso imperialista.

Por todo eso, desde que llegué al Caribe con mi barco, me rondó la idea de acercarme a conocer de cerca ese país, al que tenía y sigo teniendo mucho respeto.
Pero aunque venía avisado de que tuviera la mente abierta, la realidad actual ha vencido mis expectativas náuticas.
Después de comprobar, por mi mismo, unas cuantas limitaciones que hasta podía entender normales, miradas bajo un prisma de cierta manga ancha, el último de los incidentes ya me fue intolerable y más a mis compañeros de viaje Carlos y Piedad.

Resulta, que por fondear en una playa, unas horas, sin salir del barco, que te detengan los guardacostas, que te lleven a puerto , escoltados por dos patrulleras como vulgares delincuentes. Que no atiendan los razonamientos lógicos de todo navegante, como es fondear tu velero para comer, descansar y limpiar un poco los bajos del barco y que encima te sometan a un humillante registro, sin el más mínimo respeto a la intimidad de tu velero, que además es tu casa y es territorio español, resulta no menos que intolerable.
Es como para que al más fanático defensor del régimen se le cayese la cara de vergüenza, como se le cayeron a los trabajadores de la marina en la que el barco había pasado casi dos meses y a los amigos cubanos de los que apenas pudimos despedirnos antes de salir del país rápidamente, por la afrenta recibida.
A mi personalmente también se me cayeron muchas cosas y la frustración de lo que siempre habías idealizado, te deja un mal cuerpo que es difícil de recomponer.

Navegar es lo que tiene, al final pone las cosas y a cada uno en su sitio, inexorablemente.

Angel Viana

2 comentarios:

  1. Lamento el mal rato pasado. Los regímenes autoritarios siempre terminan mostrando la patita. Por suerte pudieron salir sin más inconvenientes. Les mando un abrazo y espero que las próximas experiencias sean más felices, como lo han sido las anteriores.
    Jorge

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  2. Es muy triste Angel, muy triste pero real como vosotros mismos habeis constatado, un abrazo fuerte desde el mediterraneo.

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